jueves, 23 de octubre de 2008

Una cuestión para meditar


En ciertos países de América Latina, al menos una parte de la seguridad social y/o pensionaria ha sido privatizada.
Tal es el caso de Argentina, donde se crearon instituciones administradoras privadas de fondos pensionarios, las que fueron llamadas AFJP.
Tal es el caso de Uruguay, donde también se crearon instituciones administradoras de fondos pensionarios, las que fueron llamadas AFAP.
Y algo similar pasó también en muchos otros países de América Latina y del mundo.
En defensa de este cambio, en defensa de esta reforma estructural, sin duda se manejaron argumentaciones de todo tipo, tamaño, y color.
Y particularmente aquí y allá se puso énfasis en el hecho que administradores profesionales supuestamente manejarían los fondos pensionarios con más inteligencia, obteniendo así muy buenos márgenes de ganancia, lo que sería beneficioso para los trabajadores al menos en el largo plazo.
Ahora bien, ¿esta postura es razonable o no lo es?
¿Hay en este razonamiento algún ratón escondido?
La falacia viene de pensar en la especulación como instrumento financiero lícito y válido.
Claro, en un mundo de capitalismo liberal donde por orientación, por tradición, por ética, por convicciones político-filosóficas, son relativamente reducidos los grupos que especulan, ciertamente lo que probablemente ocurrirá es que varios de esos grupos especuladores obtendrán buenas ganancias, pero ello muy probablemente afectará poco a las finanzas estatales y a los sectores productivos, por la sencilla razón que dichos grupos especuladores son pocos, y porque los capitales orientados a la especulación también son por consecuencia relativamente reducidos.
Pero no, al menos en el capitalismo liberal de principios del siglo XXI, incluso se reformó el sistema pensionario en muchos países, admitiendo que una parte de estos fondos se orientaran a inversiones de riesgo (léase: investiones especulativas).
En este principio de milenio, los capitales financieros orientados a la especulación son enormes...
Pero entonces, ¿porqué nos asombramos si hay enormes burbujas financieras que se inflan y luego explotan?
El error está en suponer en que la especulación puede generar riqueza para la sociedad.
El error está en permitir que la especulación sea un instrumento financiero válido y lícito, usado incluso hasta por los administradores de fondos de pensión.

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