sábado, 11 de abril de 2009

Análisis de algunas frases de “Mil novecientos ochenta y cuatro” (g2)

En la sección D2 anterior ya fueron transcriptos los cinco primeros párrafos de esta obra, aunque el propósito de la práctica allí planteada por cierto era bien diferente del ahora retenido y ensayado.

Se tratará en esta sección de hacer un análisis superficial y breve de estos párrafos, como una primera aproximación a este tipo de enfoques.

Por cierto que la hilacha de buen escritor de George Orwell se observa desde estas primeras frases.

El recurso que reiteradamente se usa en esos párrafos, es el de no decir las cosas directamente, sino obligar al lector a formar su propia composición de lugar en base a los signos y síntomas que se describen.

Véase por ejemplo la forma elegida por el escritor para dar precisiones sobre la fecha y la hora.

Véase también cómo se señala que el día está ventoso, dando detalles más o menos intrascendentes sobre la forma que adopta el protagonista para protegerse del viento, y la forma como el viento penetra en el condominio cuando se abren las puertas de cristal.

Véase también cómo se indica que el hombre tenía dificultades para caminar, y que por tanto le era penoso subir muchos pisos por las escaleras.

Véase la forma retenida para hacer explícito que se debían subir muchos pisos.

Una característica usual de muchos cuentos es la de decir las cosas en forma bastante directa, para así instrumentar economía de medios, para así lograr que el escrito finalmente no resulte ser demasiado largo.

En “1984” indudablemente Eric Arthur Blair no se preocupa por orquestar economía de medios. Claro, podría señalarse que esta interesante obra de este escritor británico es una novela y no un cuento. Sin embargo, existen cuentos en los que también se aplica esta misma técnica, como por ejemplo lo hace Julio Florencio Cortázar en “Continuidad en los parques”.

Para no sacar otro ejemplo del texto que aquí se analiza, bien podría señalarse que este recurso equivale a no decir directamente que la mujer de nuestros sueños es desordenada, sino describir su dormitorio indicando que se podía ver un sostén por aquí, las pinturas labiales entreveradas con los lápices por allá, y otras cosillas de similar tenor. Y como broche de oro añadiendo por ejemplo que en la alcoba de esta dama también había una escoba de alambre para césped, o sea allí ubicando un objeto que debería estar en un garaje o en un cuartito de herramientas, pero no en un cuarto de dormir.

Esta estrategia de no decir las cosas directamente sino dejar que el propio lector sea quien las descubra, es además especialmente conveniente cuando también se desea obligar al lector a que a lo largo de la obra varias veces reelabore sus interpretaciones y sus suposiciones.

Por ejemplo en “Cartas de mamá”, Cortázar primero anuncia que Nico tiene o tuvo un problema, introduciendo así la existencia del conflicto aunque sin dar entonces mayores precisiones. Varios párrafos más abajo se indica que Luís y Nico se pelearon, más tarde aún se advierte que ambos son hermanos, más tarde aún se señala que lo que los distancia es el robo de una novia ahora transformada en esposa de Luís.

Esta estrategia de decir las cosas por entregas, en episodios, es particularmente útil para mantener al lector muy atento e interesado en la obra, y por cierto esta técnica solamente puede ser aplicada cuando las situaciones no se dicen en forma muy directa y diáfana. Pero además, esta forma de expresarse a media lengua es la que también facilita los escritos de final abierto, recurso muy utilizado por muchos escritores, y especialmente útil para así imponerse al lector induciéndolo a que piense y reflexione.

Bien, ya se han expresado unos cuantos comentarios relativos a los primeros cinco párrafos de “1984”, así que el objetivo de elaborar un análisis breve y primario sobre estas frases sin duda está razonablemente bien cumplido.

Con más tiempo y con otro espíritu, volveremos sobre este asunto a efectos de lograr enfoques más elaborados y profundos.

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