viernes, 3 de abril de 2009

La narrativa corta y ultracorta, las alegorías, las metáforas (t1)

En cierto sentido, la narrativa ultracorta tiene tanta diversidad en temáticas como la narrativa corta y como lo que podríamos llamar narrativa de longitud media o larga, y los estilos también aquí son variados.

Para lograr algún efecto en el lector con un texto ultracorto, para lograr conmoverle o hacerle vibrar en estos casos, para poder llamarle la atención y/o para interesarle y/o para sorprenderle, se pueden seguir diferentes estrategias.

Una posibilidad es apostarlo todo a la originalidad y/o a provocar una viva emoción o un vivo impacto en el lector. Otra es requerir la activa participación de quien lee o escucha el escrito, para que éste imaginativamente complete la obra con lo que falta, o con lo que solamente se sugiere o se dice entre líneas.

Un texto ultracorto podría describir una reacción frente a algo, o una idea repentina, o un comentario insólito o circunstancial, o una realidad sospechada pero que es negada por una gran mayoría. También podría orientarse el escrito hacia la parábola, o hacia la alegoría, o la metáfora, o la fábula, o la llamada apología.

En un escrito muy breve, en muchos casos el concepto de personaje se suele desdibujar, siendo a veces difícil de descubrir. Por ejemplo, en el escrito “Aplastamiento de las gotas” de Julio Cortázar, no es tan fácil darse cuenta que el personaje principal es la gota.

Las parábolas, las alegorías, las metáforas, las fábulas, y las apologías, se suelen expresan ellas en forma breve, y por tanto son escritos breves, es literatura breve.

En lo esencial una alegoría admite dos sentidos o interpretaciones, uno que es el literal o recto o periférico, y otro (con o sin variantes) que es el central, que es el importante, que es el que se desea que se encuentre, que es el que el escritor intenta que el lector elabore como fruto de inteligentes asociaciones y elucubraciones.

Una alegoría se compone de una serie de descripciones y de narraciones más o menos reales y más o menos imaginarias y ficticias, pudiéndose establecer con cierta sencillez una correspondencia coherente entre el plano concreto o literal que es el que se plantea, y el plano abstracto o figurado que es el plano objetivo. El plano concreto vendría a ser una especie de modelo analógico de cierta realidad-objetivo, la que por ser compleja y/o lejana se resiste a ser directamente estudiada y analizada. Al experimentar con el modelo y/o al allí sacar conclusiones de acuerdo a las leyes que lo rigen, correspondientemente también pueden extraerse conclusiones en cuanto a la realidad que está en el otro plano, y que es en la cual se desea profundizar (y para eso hacer, se aplica la analogía, se aplica la correspondencia).

En una alegoría, en un texto alegórico, los personajes (algunos o todos, con apariencia humana o con apariencia no humana) son personificaciones de cualidades abstractas (vicios, virtudes, valores, habilidades, falencias, objetivos, deseos). En una alegoría, en una narración alegórica, obligatoriamente hay ideas o cualidades abstractas encarnadas en personajes.

La alegoría se diferencia de la metáfora básicamente en la extensión y en la continuidad. La metáfora es bastante más corta y en algún sentido es más puntual y directa. La alegoría es bastante más larga, tiene más elementos, y se suele desarrollar con sentido de continuidad en diferentes etapas (en diferentes tiempos).

La alegoría se distingue claramente de la parábola, pues la parábola narra una historia perfectamente factible, y que además de la interpretación literal, tiene ella una interpretación profunda y simbólica que incita a la reflexión. Por el contrario, la alegoría es una narración claramente fabulada e irreal, que por su parte también tiene una segunda lectura, o varias segundas y terceras lecturas.

Por cierto la alegoría también se diferencia de la apología, puesto que esta última es muy similar a la parábola, ya que en ambos casos no hay personajes que encarnan ideas o cualidades abstractas. La única gran diferencia entre apologías y parábolas, es que las primeras obligatoriamente deben incluir una máxima o moraleja (que por lo general se ubica al final de la narración, o eventualmente al principio de la misma), elemento que no está presente en las parábolas. Y si bien la apología y la fábula tienen ambas una estructura muy semejante, ambas obligatoriamente con moraleja, ambas se distinguen entre sí, pues la fábula está protagonizada por animales con algunas características humanas (por ejemplo hablan como humanos o al menos piensan como ellos), mientras la apología no lo está.

Las alegorías suelen tener pues varias interpretaciones, y se suelen acercar más a la poesía que los otros tipos de narración antes citados. Ellas son principalmente utilizadas en asuntos amorosos, y también en especulaciones político-históricas o religioso-filosóficas, y por supuesto también en cuestiones morales, éticas, y/o didácticas.

Las metáforas son abundantemente utilizadas en literatura, aunque también se las utiliza con frecuencia en el decir corriente. Las asociaciones metafóricas son una de las principales herramientas para las extensiones semánticas. Las metáforas multiplican los significados de las palabras.

Una metáfora (de tipo corriente o de tipo literario) se parece bastante al esquema de la regla de tres simple en matemática. En efecto, supongamos que hay dos conceptos “a” y “b” cuya relación está bien establecida, y supongamos que entra en juego un tercer concepto “c”. De hecho entonces y por semejanza o similitud o paralelismo o analogía, perfectamente podríamos aproximarnos a lo que significa la relación entre “c” y “b”.

Es más fácil explicar esto con ejemplos.

Pata es el nombre que se da a las extremidades inferiores de un animal, y que le permiten apoyarse y desplazarse. La analogía permite extender esta idea, y a través de ella sabemos bien de qué se habla cuando por ejemplo se dice: patas de una silla, patas de una cama, o incluso patitas cortas de una mentira (en alusión a que la mentira no llega muy lejos), o incluso patitas de una gota de agua (o sea los instrumentos o las formas que causan el desplazamiento de una gota de líquido, que evidentemente no son otros que la gravedad y que la tensión superficial), etcétera.

Falda es el nombre que se da a cierta vestimenta de mujer, la que tiene una forma circular bien característica. La analogía permite extender esta idea, y a través de ella sabemos bien de qué se habla cuando por ejemplo se dice: falda de una montaña.

Copa es un recipiente que se usa para beber, y que tiene una forma muy característica. La analogía permite extender esta idea, y a través de ella sabemos bien de qué se habla cuando por ejemplo se dice: copa de un árbol, copa de una sombrilla, copa de un cono helado (copa de un cucurucho con helado), etcétera.

Cuello es el nombre que se da a la parte de un animal o de una persona que conecta la cabeza de éste con su tronco o parte principal. La analogía permite extender esta idea, y a través de ella sabemos bien de qué se habla cuando por ejemplo se dice: cuello de una botella o de un botellón. La analogía también puede aplicarse en dos etapas sucesivas, gracias a lo cual entendemos perfectamente cuando se dice: cuello de botella de una situación o de un proceso.

Balcón designa a una parte muy especial y específica de ciertas casas y de ciertos edificios. La analogía permite extender esta idea, y a través de ella sabemos bien de qué se habla cuando por ejemplo se dice: el balcón de tus ojos.

La metáfora permite efectuar una extensión del campo de uso de un término.

La metáfora literaria ciertamente también aplica el mecanismo que puede extraerse por abstracción de los ejemplos recién presentados, aunque con frecuencia allí se aplica un sentido un poco más poético, un poco más rebuscado, un poco menos usual que los que recién hemos visto (acercándose al ejemplo del balcón de los ojos).

La metáfora literaria también utiliza otro procedimiento o mecanismo similar al ya presentado aunque más refinado, y el cual se parece a una regla de tres compuesta. Ejemplos: el fuego de tu mirada, tus ojos azules son la mar y el cielo, tus ojos tienen color de rocío, etcétera.

Nótese que en este tipo de relación más compleja, el término o asunto vinculante puede estar implícito, o puede estar específicamente expresado. Según sea el caso, se dirá que la metáfora está implícita o explícita, o que es implícita o explícita. En los ejemplos anteriores, es notorio que se alude a: su mirada ardiente (implícita), sus ojos azules (explícita), sus ojos húmedos y cristalinos (implícita).

Por su parte, la parábola consiste en una narración imaginada breve y simple, en una historia ficticia relativamente corta y poco complicada pero plausible, perfectamente plausible. Una parábola no debe tener detalles extraños, ni se la debe recargar con detalles que puedan distraer o confundir o desorientar.

Las parábolas utilizan un lenguaje metafórico y sugerente, que incita al lector a discurrir sobre situaciones difíciles y complejas, allí transfiriendo conclusiones o resultados que son más fáciles de elaborar en el plano literal.

Una parábola o una alegoría, y también una fábula o una apología, tienen todas el propósito intencional de referirse a una interpretación oculta o no explícita, mucho más que a aludir al sentido literal o directo que emana de lo expresado, mucho más que a interesarse en lo literal o directo. A ellas se las llama las cuatro hermanas.

T2 – APLASTAMIENTO DE LAS GOTAS – Julio Cortázar (t2)

Yo no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro qué hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes mientras le crece la barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol.

Pero las hay que se suicidan y se entregan en seguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes.

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