domingo, 12 de abril de 2009

El caso del escritor transformado en un narrador omnisciente y omnipresente: Las peripecias y las desventuras de un niño (a3)

Sus amiguitos le envidiaban porque tenía una familia, y porque tenía algo que podría llamarse hogar. Y sin embargo él los envidiaba a ellos, por la libertad que tenían, por no tener que sufrir en la casa ni peleas ni gritos ni violencia, por no tener que soportar a un padre alcohólico que pega y que da órdenes, por no tener que angustiarse por el desinterés de su madre preocupada solamente por sus cosas, por no tener que obligatoriamente despertar las noches de lluvia para sacar agua y barro de la pieza-cocina.

Finalmente se había armado de coraje. Finalmente había optado. Finalmente había tomado la gran decisión. Se iría a vivir bajo el puente con sus amiguitos y para siempre.

Y con ese pensamiento salió bien tempranito del ranchito y rápidamente se alejó del asentamiento. Y lo hizo discretamente, calladamente, sin llamar la atención, sin despedirse de nadie, sin confiar a nadie lo que pensaba hacer.

Caminó con prisa por el borde de la carretera. No tenía interés que le vieran. No tenía interés en encontrarse con alguien conocido. No tenía interés que por casualidad le fueran a preguntar algo. Y al fin, luego de un largo trayecto y luego de soportar algunos bocinazos, llegó a la ciudad.

Hizo un giro de casi noventa grados para evitar el cementerio y la usina del basurero municipal, y luego continuó por las calles que ya conocía bien, dirigiéndose directamente al centro de la gran urbe.

Marchaba con paso corto y rápido, sin tener interés en hablar con nadie, y mirando de reojo a quienes caminaban, a quienes salían de sus domicilios, a quienes esperaban en las paradas de los colectivos, a quienes junto a sus carritos hurgaban dentro de los contenedores de basura. En cierta medida parecía recelar de ellos, en cierta medida parecía querer defenderse de un posible y sorpresivo ataque.

Finalmente travesó el parque y llegó a la explanada. Su carita reflejaba preocupación y angustia, a pesar que su corazón estaba excitado y expectante.

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