viernes, 3 de abril de 2009

La novela y el cuento (r1)

En las secciones anteriores fueron presentadas una serie de consideraciones y de reflexiones sobre la literatura y sobre el arte de escribir, habiéndose también sugerido varios ejercicios orientados a incrementar la práctica de los escritores en la concepción y producción de escritos literarios, en la generación de escritos de ficción y con algún tipo de valor estético y/o didáctico y/o pedagógico.

Y entre los escritos de ficción en prosa, principalmente se distinguen y se cultivan dos diferentes géneros narrativos: (1) la novela, y (2) el cuento.

Sin duda, existen otros escritos de ficción en prosa que no encajan o que no suelen encajar en ninguna de estas dos categorías, como por ejemplo las descripciones de entornos geográficos inventados, o las escuetas biografías de personajes que no se corresponden con persona real alguna, o los textos que se reducen al enunciado de un pensamiento o de una invocación, etcétera. Por cierto, estos otros escritos basados en el imaginario de los escritores, tienen ellos una incidencia y una importancia muy menor en la literatura, y en algunos casos particulares incluso se pueden plantear dudas en cuanto a si ellos son o no algo diferente de novelas y cuentos.

Como nunca está demás insistir sobre las características que enfrentan o que acercan a los dos principales géneros literarios recién mencionados, aquí a ello dedicaremos los siguientes párrafos.

Con toda evidencia, una de las cosas que definen y caracterizan a las novelas separándolas de los cuentos, obviamente es la extensión o longitud del escrito producido. Las novelas son relativamente largas, mientras que los cuentos son más cortos, son más breves, son más resumidos y sintéticos. Sin embargo, este criterio no lo es todo, puesto que el mismo no alcanza para plenamente distinguir entre una novela corta y un cuento muy largo o extra largo.

Otra de las cosas que caracteriza a las novelas y que ayuda a bien identificarlas separándolas de los cuentos, es que en ellas los personajes y las situaciones son tratados en detalle y a veces minuciosamente, así resaltando la complejidad y la riqueza de matices que es usual encontrar en la realidad, que es usual encontrar en la vida cotidiana. En las novelas no se hace un esfuerzo especial por abreviar el escrito, sino que a éste se le agregan todas las descripciones de hechos y de situaciones y de escenarios que pueden llegar a tener algún interés para los lectores, con la única limitante de no caer en repeticiones innecesarias, y de tampoco profundizar en aspectos que podrían ser de escaso o nulo interés para los lectores. Ciertamente en las novelas hay que redactar bien, hay que plantear la historia para crear expectativa e interés en los lectores, y los detalles presentados pueden ser múltiples y muy variados, pero sin rebasar el límite franqueado el cual se corre el riesgo de aburrir, y/o de oscurecer los mensajes y las enseñanzas transmitidos por la obra.

Por el contrario, en un cuento hay que tratar de implementar cierta economía de medios. Con esto, lo que queremos decir es que los escritores desde el inicio deben concebir un cuento como una historia que no debería ser exageradamente compleja, sino todo lo contrario, el argumento de un cuento debe imaginarse y plasmarse como algo más bien simple expresado también en forma relativamente simple y directa, sin exagerados aditamentos, sin desvíos temáticos innecesarios, sin complementos que finalmente no agregan mucho ni modifican sustantivamente lo transmitido o sugerido a través de la obra. Además, los propios objetivos que puedan haberse fijado para la obra que pretende ser cuento, por cierto no deberían ser ellos muy ambiciosos y rebuscados, pues si lo fueran, el escrito resultante generalmente sería más bien largo y complejo, y no más bien breve y simple.

Obviamente no debe escapar a la observación del lector que lo recién expresado referente a la economía de medios, lo referente a la austeridad que debe observarse en la trama y en la propia redacción del cuento, evidentemente es un requisito que no debe llevarse a extremos innecesarios o absurdos. Lo que debe perseguirse es un sano equilibrio entre la brevedad y la simplicidad deseada y buscada, sin llegar a extremos tales que ello degrade el planteamiento de la tensión y del suspenso, sin que ello tampoco deteriore el placer estético-sentimental de los lectores al leer la obra, y sin que ello tampoco comprometa la transmisión de las recomendaciones y enseñanzas que se pretenden o desean radiar a través del escrito. Esta claro pues que lo de la brevedad, lo del decir directo, y lo de la economía de medios, son cosas bien relativas. Y por esto, es que perfectamente pueden concebirse cuentos relativamente largos, con propiedades y características que realmente concuerdan con las de los cuentos, y en donde no es posible abreviar el texto, sin con ello degradar el manejo del suspenso, y/o sin con ello menoscabar o reducir las enseñanzas y los consejos transmitidos, y/o sin con ello recortar la belleza y el impacto que produce la lectura del escrito.

El otro recurso usado frecuentemente en los cuentos para lograr más brevedad, la otra estrategia usada con este fin, consiste en hacer planteamientos y/o exposiciones notoriamente incompletos, dejando pues al lector la tarea de rellenar estas lagunas. Esto indudablemente sitúa al lector de cuentos en un rol generalmente muy activo y dinámico y de participación, agregando así un interés adicional a este tipo de obras.

Claro, como las novelas son de una extensión superior a la de los cuentos, en líneas generales perfectamente podría decirse que en los cuentos hay cierta tendencia más marcada a sugerir y a hacer planteos algo más vagos e incompletos, mientras que en las novelas hay cierta tendencia más marcada a hacer planteamientos más concretos y completos así como menos vagos, y que por lo general entonces no admiten ellos exagerado número de diferentes interpretaciones. Lo afirmado sin duda es algo que muy bien podría verificarse o comprobarse a través de gran número de ejemplos, aunque esto es razonable confirmarlo sólo a nivel de tendencias, pues obviamente también podrían existir excepciones más o menos evidentes, o más o menos dudosas. Nótese por otra parte que en las novelas, los planteamientos incompletos o poco precisos deberían utilizarse con extrema prudencia, pues como estas obras son más complejas, si se abusa de este instrumento, si se abusa de este recurso, se corre el riesgo de dificultar muy mucho la interpretación por parte de los lectores, así aburriéndoles, y así impulsándoles a abandonar la lectura.

En esta apretada síntesis que pretende establecer las principales características de los cuentos y de las novelas, también corresponde abordar algunas otras cuestiones.

Como ya se dijo, ambos tipos de escritos son de ficción, o al menos exponen mezclas entre ficciones y realidades, mezclas entre acciones y situaciones inventadas y otras extraídas de la realidad y la tradición, lo que así separa estas narraciones de otros géneros en prosa, como las crónicas, como los ensayos y los textos históricos, como las biografías y las autobiografías de personalidades, como las simples descripciones de entornos geográficos reales, o de cuadros y obras de arte, o de objetos corrientes. Por cierto, hay escritos que notoriamente son de ficción pero que son presentados como si fueran historias reales, pero ello está vinculado más bien a intereses netamente comerciales, y/o a un original recurso aplicado por el escritor. Y obvio, con ello no se compromete lo que recién viene de señalarse en este mismo párrafo.

En relación a la extensión de los cuentos, concretamente ella puede variar entre unas pocas frases a un máximo de algunas decenas de páginas, dando lugar a una tipología que clasifica estos escritos en: (a) cuentos súper cortos, a veces también llamados minificciones, microficciones, microcuentos, ficciones urgentes, ficciones de tarjeta postal, escritos que constan de unas pocas líneas, (b) cuentos cortos de una o de máximo dos carillas, (c) cuentos de longitud media o midicuentos, cuyo texto se sitúa entre tres y diez carillas, (d) cuentos largos de once a diecinueve carillas, y (e) cuentos súper largos y extra largos de veinte a cincuenta o sesenta carillas.

Y en relación a la extensión de las novelas, lo usual es que se sitúe entre cincuenta mil y doscientas mil palabras, o sea aproximadamente entre doscientas carillas y mil trescientas carillas.

Como puede observarse, queda así una zona difusa de escritos entre aproximadamente cincuenta y doscientas carillas, en la que la distinción o diferenciación entre una novela corta y un cuento súper largo o extra largo, debe ella principal y obligatoriamente establecerse en base a otras características diferenciales.

En relación al planteamiento de la tensión y de la intensidad como forma de generar interés e impacto en el lector, como forma de atraerle y de hacerle desear conocer los siguientes detalles y el desenlace final, ciertamente es algo que debe estar presente tanto en la novela como en el cuento, y particularmente en este último. Los recursos para el manejo del suspense son bastante conocidos, y generalmente aplicables a muchos escritos de ficción: (a) Tratar los tiempos en forma inteligente, a veces siguiendo un estricto orden cronológico, y a veces avanzando y retrocediendo en el tiempo con o sin aviso; (b) Ir describiendo situaciones y conflictos poco a poco, como por entregas y ex profeso dejando lagunas, para así apremiar al lector a estar muy atento a lo que lee, y para así obligarle a elaborar y reelaborar varias veces sus supuestos y sus deducciones; (c) En lugar de decir las cosas en forma directa, solamente dar indicios que permitan construir una composición de lugar y/o de circunstancias; (d) Crear situaciones que pongan en peligro o en problemas a un personaje o a varios, y principalmente a aquellos personajes que son simpáticos y/o que dan compasión y/o que se encuentran indefensos (cuando pueden llegar a matar al muchachito de la película, en la sala todos los espectadores se agarran con fuerza de los posa-brazos de sus butacas); (e) Plantear determinadas contradicciones de determinada forma, y/o hacer un tratamiento adecuado de información faltante y/o de hechos desconocidos, para así aumentar el misterio, y la intranquilidad, y la sensación de indefensión ante una eventual sorpresa; (f) Hacer abruptos cortes en el tiempo dejando lagunas, dejando vacíos (forma de así llamar la atención y obligar a pensar); (g) Hacer que algún personaje establezca una maldición o un conjuro, o hacerle proferir algunas amenazas; (h) Tratar de tocar las fibras íntimas de los lectores, dando visos de realismo al planteamiento de la historia, y/o buscando que los destinatarios del relato se identifiquen de una u otra forma con algún personaje o con alguna situación; (i) Tratar de agradar e interesar al lector de alguna otra manera, por ejemplo pintando historias situadas en el pasado con un buen barniz de época, o por ejemplo utilizando un dialogado muy natural y fresco, o por ejemplo a través del humor o del sarcasmo o de la parodia, o por ejemplo a través de salidas muy originales y sorpresivas (o sea a través del uso de un recurso subordinado sorpresivo e inesperado), o por ejemplo incursionando en culturas y en regiones geográficas que al lector medio le resulten exóticas y misteriosas; Etcétera, etcétera.

Ciertamente en ambas clases de escritos se deben introducir personajes, los que eventualmente podrían ser no humanos.

Y como las novelas son más largas que los cuentos, como regla general las primeras tienen en promedio mayor número de personajes.

Dada la economía de medios que conviene o que se exige implementar en los cuentos, éstos tienen o suelen tener pocos personajes, y entre ellos por lo general se distingue a un personaje principal (que a veces incluso es el único personaje de la obra).

Obviamente este asunto del número de personajes de un cuento es algo que puede manejarse con relativa discrecionalidad. Evitar decir en un cuento que el conserje o que un cartero fue quien trajo una carta, sustituyendo esta posibilidad por otra que directamente establece que la carta fue retirada por su destinatario del buzón situado en un condominio, es algo que por lo general ni favorece ni perjudica; así que elegir una u otra posibilidad, en algún caso puede resultar indiferente, y en algún otro caso la ventaja definitoria que permite hacer la elección, puede derivarse simplemente de una cuestión relativa a la redacción, y/o de algún detalle muy menor.

Frente a la mayor complejidad de las novelas y a la mayor simplicidad de los cuentos, es dable suponer que en una novela se exponen varias cadenas de acontecimientos, las que pueden ser totalmente o parcialmente contemporáneas entre sí, y las que muy posiblemente interactúen entre sí influenciándose unas con otras. Por lo general, diferentes cadenas de acontecimientos son presentadas en diferentes capítulos de una novela, o son separadas de alguna forma, interrumpiendo el desarrollo de una de las cadenas en un momento especial o culminante, en un momento de tensión, para entonces iniciar o continuar con el desarrollo de otra cadena.

Por el contrario y dada la menor extensión de los cuentos, en ellos suele existir una única cadena de acontecimientos, la que podrá ser presentada siguiendo estrictamente la cronología, o por el contrario mezclando los tiempos.

Otro de los asuntos que unen cuento y novela, es que por lo general se asume que ambos tipos de escritos deben ser didácticos y morales, es decir, que debe poder sacarse de la narración algún tipo de consejo, alguna conclusión, alguna idea, algún mensaje, alguna recomendación, algún ejemplo a seguir o a no seguir.

Sobre esto en realidad mucho se ha reflexionado y mucho se ha debatido.

Mucho fueron criticados los escritos satíricos, puesto que en general ellos hacían reír poniendo en ridículo a cosas serias y/o a gente importante, y porque supuestamente ellos no enseñaban nada ni predicaban con el ejemplo, porque ellos no ofrecían comportamientos a emular, y porque a veces ellos ni siquiera transmitían belleza en el dialogado, ni tampoco buenas costumbres, ni tampoco cultura supuesta de la buena y a la que conviene apoyar y promover.

Los escritos realistas también fueron muy criticados, porque ellos a veces presentaban asuntos escabrosos, como por ejemplo un crimen, una mentira, un engaño amoroso, un consumo adictivo, un castigo injusto, una cuestión escandalosa, una acción deshonesta, etcétera, situaciones que por cierto no eran para imitar.

Las críticas recién establecidas en buena medida ya fueron superadas, pues lo que ellas no tomaban en cuenta, era la fuerza didáctica que también podría llegar a tener el contraejemplo, o el análisis de situaciones extremas, o la presentación de un antihéroe o de una distopía o antiutopía, etcétera.

Tomemos como ejemplo el caso de Julio Cortázar, para ilustrar en qué grado corresponde aceptar o no que un escrito sea didáctico y moral.

En casi toda su obra, este escritor nacido en Bélgica permanentemente hace referencia al consumo de bebidas alcohólicas y de cigarrillos, adicciones que en cierto grado él mismo padecía.

Y estas señaladas referencias en muchos casos no estaban impuestas por la trama, sino que eran aditamentos secundarios que bien hubieran podido ser suprimidos o cambiados en contrario, sin con ello alterar el mensaje transmitido por el escrito, sin con ello menoscabar la calidad del escrito. Ahora bien, el inconveniente de este detalle, la parte negativa de esta impronta o de esta costumbre que el artista casi obsesivamente introducía en su obra, es que este pensador argentino invariablemente presentaba este consumo como algo natural, como algo distinguido, como algo permitido, como algo de buen gusto, como algo espontáneo y en cierto sentido hasta bueno, como algo común y corriente, lo que eventualmente podría dar pie a descalificar las obras literarias de este autor y a no recomendarlas.

Claro, hay que reconocer que en el caso de Julio Cortázar, este asunto tenía además una intencionalidad notoria desde el punto de vista estrictamente literario. El artista sabía que su inclinación por los cigarrillos y por las bebidas alcohólicas era conocida por sus lectores, y entonces usaba este detalle para marcar a personajes y a situaciones con los que él mismo se sentía identificado.

Pero en concreto: ¿Cuál es la postura que debiera asumirse en estos casos? ¿Sería deseable descalificar lisa y llanamente a obras en donde se ensalza al racismo o a la violencia, o en donde se defiende al llamado terrorismo de Estado, o en donde se presenta como natural y deseable las fumatillas de cigarrillos o de porros o de opio?

La postura que parece más sensata, es dejar actuar a los analistas y críticos literarios, así como al propio sentido común y autocrítico del lector. Las novelas y los cuentos invitan a la reflexión, para así allí identificar lo bueno para asimilarlo, y para así allí identificar lo malo para rechazarlo.

En el caso particular de la recién aludida postura de Julio Cortázar por el cigarrillo y por la bebida espirituosa, bien podría señalarse en un análisis crítico de sus obras, que esta cuestión autobiográfica, que este aspecto de su vida personal, finalmente derivaría en la propia muerte del artista. En efecto, este gran escritor argentino sufrió una importante hemorragia gástrica en agosto de 1981, y en esa oportunidad salvó su vida de chiripa, aunque en febrero de 1984 una leucemia lo terminó doblegando.

Y conviene señalar este tipo de cosas en forma directa, pues la ciencia médica al respecto es concluyente. Las adicciones son muy peligrosas para la salud.

Y en particular el tabaquismo aumenta al doble las posibilidades de contraer cáncer. Dejemos los eufemismos de lado. No suavicemos las cosas, no hablemos con tapujos.

Dejemos de decir que Julio Cortázar falleció en Paris el 12 febrero 1984 y a los 69 años de edad, luego de una larga y penosa enfermedad.

Dejemos de decir que Pablo Estramín murió en Montevideo el 18 junio 2007 y a los 47 años de edad, a causa de una enfermedad neuronal provocada por una dolencia oncológica por la que ya había sido intervenido quirúrgicamente el 18 enero 2007 en el Hospital de Tacuarembó.

Apreciemos el valor de esa inmolación involuntaria de pensadores y creadores de primera línea, como sin duda fueron Julio Cortázar y Pablo Estramín, que con el ejemplo nos están señalando que cuando se cae en ese tipo de adicciones luego es muy difícil salir de ellas, y que en muchos casos eso termina con padecimientos y hasta con la propia muerte.

Para quienes no le conocen, para quienes no han oído hablar de él, corresponde señalar que Pablo Estramín fue un destacado cantautor uruguayo, que además de cultivar su arte con gran maestría, también tuvo posturas sociales de muy interesante perfil. En 1986 participó en el Festival por la Paz y el Desarme celebrado en Ucrania, y también compuso unas cuantas canciones con inteligente contenido social, entre ellas “Morir en la capital” (de carácter trágicamente premonitorio), y con la cual ganó el llamado “disco de platino”.

Pablo Estramín sin duda hizo aportes sustantivos a los valores sociales y culturales de Uruguay, por lo que debe ser considerado como uno de los artistas más representativos de ese país. Para quienes escuchamos entrevistas radiofónicas que se le hicieron en los años 2006 y 2007, su recuerdo será imborrable. En ese par de oportunidades, Pablo señaló su empeño de luchar en contra de su enfermedad con todos los recursos que para este fin pudieran darle la ciencia y sus propias fuerzas. Y además, y además se lamentó de haber sido un gran fumador, pues al menos él adjudicaba sus problemas de salud a su tabaquismo de años.

En relación a las temáticas y a los estilos, evidentemente la apertura es total, o sea que no se limita ni se ponen restricciones para estas cuestiones, ni en el caso de las novelas, ni en el caso de los cuentos.

Las temáticas y los contenidos posibilitan construir una tipología de rico espectro: Épicas. Aventuras. Bizantinas. Caballerescas. De época. De costumbrismo realista o naturalista. De realismo mágico. De ciencia ficción. Fantásticas. Policiales y misterio. De policial negro. De guerras y espías. Psicológicas. Criminalistas. Góticas. Pastoriles. Picarescas y enredos. Románticas. Sentimentales. Históricas. De vaqueros. De terror. De humor. De corte cientificista. De catástrofes. Político-sociales. Moriscas. De culturas exóticas. Moralistas. De la vida cotidiana. Etcétera, etcétera.

En cuanto a los estilos, ellos también son diversos y variados: Autobiográfico. Epistolar. Dialogado. Narrativo simple sin diálogos. Monólogo interior. Normativo. Folletinesco. Heterogéneo, o sea con mezclas.

Toda regla puede ser transgredida. Toda forma o costumbre puede ser quebrada.

En la medida que nos referimos a las narraciones, bien podría pensarse que la figura del narrador podría estar bien establecida. Pero no, las corrientes vanguardistas también han hecho trizas este elemento, y no solamente ensayando diversas características para el narrador: (1) narrador omnisciente; (2) narrador personaje; (3) narrador testigo; (4) narrador identificado con el autor; (5) narrador identificado con un grupo; (6) múltiples narradores identificados con personajes, que a su vez cuentan historias (narraciones dentro de narraciones); (7) narradores que van variando a lo largo de la historia, y que a veces interactúan con el lector, y que a veces interactúan entre sí o con algún personaje, y que a veces interactúan con el propio escritor por ejemplo para insultarle; (8) narrador o narradores poco confiables, que se equivocan, que eventualmente se contradicen entre sí.

En relación al discurrir del tiempo, no solamente a veces se abandona la cronología a favor de una presentación de los hechos en un orden no cronológico, sino que también se ensayan variantes fantásticas y lúdicas, como por ejemplo el tiempo cíclico, como por ejemplo los viajes en el tiempo desde y hacia universos paralelos.

Además de jugar y de experimentar con el narrador y con el tiempo, a veces también se hace un tratamiento no convencional de los espacios, o de los procesos, o de la propia vida conciente de un personaje. Estos son efectos que podríamos denominar lúdicos: (a) Alguien lee un libro donde un personaje va a cometer un crimen, y la acción pasa de la trama escrita al entorno del propio lector. (b) Un niño juega con un jueguito de computadora, y el entorno de ese jugador y el propio jugador pasan luego al juego, con lo cual el jugador se ve envuelto en las peripecias y en los avatares propios de los personajes del juego. (c) El proceso de envejecimiento de un personaje se detiene, y se transfiere a un retrato de dicho personaje. (d) Por algún artilugio fantástico, toda la vida interior y las experiencias concientes de una persona, se transfieren súbitamente del cuerpo del sujeto a un cuerpo ajeno, así encarnándose en un insecto, o en un perro, o en un elefante, o en un niño, o en una persona de la misma edad pero de otro sexo, etcétera. (e) Un personaje sufre un traumatismo muy severo que separa cuerpo y alma; así, el cuerpo técnicamente muere, pero el alma queda vagando, puede captar con sus sentidos de vista y oído lo que sigue sucediendo en la sociedad que él conoce, pero los personajes de esa sociedad no le pueden captar a él salvo en circunstancias sumamente especiales. (f) El alma de una persona viaja temporalmente al mundo de ultratumba, y luego vuelve y se encarna nuevamente en el cuerpo que había quedado inerte por no tener alma. (g) El ciclo vital de un personaje se alarga exageradamente, pasando por ejemplo de un promedio normal de setenta y cinco a ochenta y cinco años, a un promedio probable de mil años, y todos los signos vitales del personaje se alargan o se retardan en forma acorde; y por tanto esto obliga al personaje a hacer periódicos cambios de identidad y de país, para que su vida social no se trastoque exageradamente, y para que su rareza no sea descubierta. (h) Un escritor comienza a escribir un cuento policial y de aventuras en donde él mismo se identifica con el personaje principal, y exactamente tres meses después el libro ha avanzado más o menos hasta la mitad, y entonces en el entorno del escritor comienzan a suceder casi exactamente las mismas cosas que él imaginó y escribió en la obra; al descubrir esto, el escritor trata de evitar algunos hechos desagradables de la realidad pero no lo logra, y entonces, para evitar otros males, escribe desesperado lo que falta del libro, tratando de hacerlo inteligentemente a efectos de inclinar las cosas a su favor. (i) Se filma una película relatando una historia muy famosa y conocida de corte clásico, como por ejemplo Romeo y Julieta, y en ella actúan un actor principal, una actriz principal, y un par de actores sustitutos de ambos; durante la filmación de la película, la parejita de extras comienzan a enamorarse uno del otro, y en el momento presente, en el correr de esa relación que crece y que se afianza, ellos sufren desacuerdos y desencuentros similares y paralelos a los de los personajes de la historia que se está filmando, incluyendo por cierto el trágico final. (j) Se introduce en el relato cierta construcción lógica-matemática que incluye una contradicción y/o una paradoja, y este problema se refleja en el entorno y en la vida de los personajes. (k) Una persona muere en circunstancias muy traumáticas e injustas, y su alma en pena deambula reclamando justicia y reclamando reparación; mientras esta situación de injusticia se prolonga, el alma sigue angustiada, sigue apesadumbrada y mortificada, sigue sin obtener reposo, y el cuerpo en el cementerio no se corrompe; finalmente, finalmente, se resuelve el problema, la justicia llega, el alma obtiene el merecido descanso, y el cuerpo se corrompe en rápido proceso. (l) Un hombre contrae matrimonio, y pronto su mujer queda embarazada; en esas circunstancias el hombre empieza a tener una pesadilla recurrente relativa al hijo que está llegando; en ese reiterado sueño, se establece que el crío será muy hermoso y muy sanito, aunque sus genes presentarán una importante mutación que dotará al nuevo ser de un determinado súper-poder; la clase o el tipo de súper-poder atribuido al bebé que está por nacer, no es para nada esencial en la historia, y éste podría ser aguante frente al dolor, resistencia al fuego, capacidad de rápidamente sanar frente a una enfermedad infecciosa, destreza para realizar saltos de increíble altura, o cualquier otra cosa por el estilo; lo cierto es que finalmente el embarazo llega a término, y efectivamente nace una criatura muy pero muy hermosa y saludable; la obsesión y preocupación del padre es la de determinar si el súper-poder realmente está presente en ese nuevo ser, o si el mismo solamente forma parte de su sueño recurrente, de su reiterada pesadilla; pasa cierto tiempo sin que el hombre pueda llegar a una conclusión definitiva respecto de este asunto, y en un determinado momento el hombre se ve enfrentado a un peligro muy grande e inminente, lo cual evidentemente lo llena de angustia, lamentándose entonces por no tener el conjeturado súper-poder de su hijo, con el cual fácilmente hubiera podido sortear esa dificultad que le amenaza; sin embargo, el hombre enfrenta el problema con demasiada soltura y facilidad, y pronto llega a la conclusión de que él mismo tiene ese imaginado súper-poder; y la otra conclusión que inmediatamente también saca, es que su vida y él mismo posiblemente no sean reales, sino que se encuentran presentes en una pesadilla obsesiva de vaya a saber qué persona del vecindario.

En relación a la estructura interna, en relación a la organización del escrito, podemos decir que en el caso de las novelas, ella se caracteriza por ser episódica todo a lo largo de la obra.

Algo más difícil es señalar alguna cosa respecto de la estructura interna de los cuentos. Algunos han sugerido que la típica estructura interior de un cuento se caracteriza por tener tres eslabones, por presentar tres partes, tres fragmentos, tres estadios: (1) Introducción o inicio o principio; (2) Desarrollo o cuerpo o centralidad; (3) Conclusión o mensaje o desenlace o final.

Si bien es cierto que hay muchos cuentos con el formato recién señalado, es cierto que también hay muchos otros que no responden exactamente a este esquema. Como conclusión entonces a extraer, como más razonable posición entonces a tomar, es la de admitir que en relación a esta cuestión los cuentos aceptan la diversidad total.

Otro aspecto importante en las novelas y en los cuentos (y particularmente en estos últimos), es el manejo de la alusión, es decir, es usar el recurso de sugerir y de insinuar, para así incentivar la reflexión y la imaginación de los lectores.

En muchos casos la alusión se aplica para implementar finales abiertos, es decir, finales que debe completar el lector y que podrían ser múltiples. La alusión también se puede aplicar en aspectos menos trascendentes, por ejemplo para sugerir situaciones o salidas que tal vez luego no se confirman (así alimentando la incertidumbre), o para esbozar un determinado ambiente físico o un determinado estado de ánimo, etcétera.

El propósito principal de la alusión es el de mantener activo al lector, requiriéndole un esfuerzo a través del cual indiscutiblemente se alejan las posibilidades del aburrimiento, de la apatía, de la falta de atención, del abandono de la lectura.

Y ya para cerrar esta exposición, resta por referirse al final o finales posibles de una obra, al desenlace que cierra la narración, así como a los mensajes o advertencias o consejos o enseñanzas o recomendaciones que puede llegar a transmitir la obra.

En lo que concierne al final de una obra o a sus finales posibles, ellos podrían ser explícitos y claros, o por el contrario los mismos podrían haber sido solamente insinuados, a través de indicios, a través de enunciados confusos o expresados a media lengua. Los finales de tipo abierto precisamente se suelen exponer usando esta última modalidad, o simplemente guardando silencio y dejando la obra como si ella estuviera inconclusa.

Las posibilidades respecto de la construcción de la última parte de la obra están abiertas, y es el escritor quien elije según el efecto que desee causar en los lectores, y según la tarea que desee dejarles a ellos.

El final de una obra literaria, la conclusión, el cierre, el desenlace, el broche de oro, puede ser expresado sintéticamente en el último párrafo o incluso en la última frase, pero también puede esto hacerse un poquito antes. En este último caso, las últimas frases evidentemente se suelen usar para descargar tensiones, y/o para completar el ambiente de tranquilidad o de sentimientos aflorados o de meditación reflexiva que se desea dejar a lo último en el sentir del lector.

Respecto de los mensajes, recordatorios, advertencias, exhortaciones, enseñanzas, invitaciones, recomendaciones, consejos, ellos podrían ser unos pocos o podrían ser muy numerosos, algunos de ellos podrían estar muy asociados con el final de la obra, aunque también otros podrían estar vinculados con ciertas partes intermedias del escrito. También algunos de ellos podrían ser expresados en forma más o menos directa y manifiesta, por ejemplo como se hace cuando a la historia al final explícitamente se le agrega una moraleja (y una moraleja no es otra cosa que una máxima que con entonación sugestiva y en forma breve, resume la enseñanza o el mensaje de la historia). Las recomendaciones y los consejos y las lecciones a aprender, también podrían estar solamente insinuados en el texto, o incluso estar allí muy escondidos y con la posibilidad de que afloraran a través de lo que se llama segunda lectura, o segunda interpretación, o interpretación figurada o enmascarada.

R2 – LOS EFECTOS LÚDICOS (r2)

Indiscutiblemente la sección anterior es bastante larga, y bastante rica en cuanto a sus análisis y a sus detalles. El lector podría hacer bien en leerla un par de veces, y/o en repasarla de tanto en tanto.

Sin duda de una lectura atenta de dicha sección R1 que a vuelo de pájaro trata sobre la novelística y la cuentística, el lector allí o allá podrá sacar ideas diversas y variadas, para que así él mismo pueda proponerse ejercicios de escritura que resulten en la producción de uno o varios cuentos con características impuestas o dirigidas. Decididamente se exhorta al lector a esto hacer, puesto que es con la práctica que los escritores principiantes podrán mejorar su redacción y sus enfoques. En particular, se sugiere al lector que intente generar uno o dos cuentos que incluyan alguno de los efectos lúdicos aludidos en la sección precedente.

R3 – LOS SUBGÉNEROS DEL CUENTO (r3)

En la sección R1, se realizó un relativamente extenso análisis comparativo de los dos principales géneros narrativos de ficción en prosa: (1) novela, y (2) cuento.

Obviamente, entre estos dos géneros literarios, es la cuentística (y especialmente la cuentística breve, y especialmente los cuentos breves) la que está más al alcance del escritor con poca práctica, la que más conviene al escritor que tiene falencias y que desea mejorar su redacción y el nivel de su producción literaria, la que más compatible es con el escritor que tiene múltiples ocupaciones e intereses, y que por tanto no puede dar a la literatura una dedicación extendida y central.

Resulta pues de interés repasar aquí los diferentes subgéneros que pueden distinguirse dentro de la categoría cuentos. Y los dos grandes subgéneros o grupos en los que puede dividirse a los cuentos son: (a) los cuentos populares, y (b) los cuentos literarios.

La cuentística popular es de tradición oral, y por lo general no se conoce a los autores que en ella han dejado sus creaciones.

Además, frecuentemente existen múltiples versiones de un cuento popular, las que coinciden en la estructura o idea general, pero que difieren entre sí en los detalles. Claramente esto último se explica porque al haberse trasmitido el cuento en forma oral, cada narrador que lo toma lo va contando a su manera, agregándole o quitándole detalles y modificándole circunstancias, y entonces así estas nuevas versiones son recibidas por otros que a su vez las transmiten y/o modifican.

Dentro de la categoría cuentos populares, fundamentalmente se distinguen cuatro subgrupos: (a1) cuentos de fantasías y maravillas (cuentos de hadas, ángeles, ogros, duendes, brujas, espíritus, espectros, ánimas, almas en pena, vampiros, demonios, aparecidos, fantasmas, monstruos, gigantes, enanos, luces malas, seres con poderes mágicos o milagrosos, etcétera, y también cuentos de encantamientos, maleficios, embrujamientos); (a2) cuentos con personificaciones (generalmente de animales, pero también de objetos o virtudes); (a3) cuentística costumbrista-moralista (sobre medios de subsistencia, sobre hazañas, sobre el hombre de la bolsa, sobre el hombrote del saco, sobre el hombre del sombrerón, sobre el justiciero, etcétera); (a4) cuentos sobre los ancestros y sobre los propios orígenes ancestrales. Evidentemente, muchos de estos cuentos populares se orientaban al público infantil o al público adolescente.

En su época, los cuentos de tradición oral eran transmitidos de generación en generación, y probablemente ellos eran narrados con frecuencia a todo el grupo en momentos especiales, a veces por las noches y junto al fuego, a veces en períodos de lluvia o de tiempo malo. Los cuentos populares tenían la función de entretener, y también cumplían una finalidad pedagógica.

A los cuatro grupos de historias de tradición oral recién mencionados, eventualmente podrían agregarse otros dos grupos: (a5) mitos; (a6) leyendas. Corresponde señalar que los mitos y las leyendas tienen características muy especiales y particulares, y por tanto muchos son quienes consideran que ellos son dos géneros literarios autónomos e independientes. De todas formas, ciertamente hay que reconocer que los mitos y que las leyendas tienen notorias similitudes y puntos de contacto con los cuentos de tradición oral, tal vez no tanto en cuanto a los temas tratados, tal vez no especialmente en cuanto a las temáticas desarrolladas, pero sí en cuanto a sus rasgos narrativos esenciales.

Recordemos que un cuento es una narración breve de hechos inventados o de mezclas de invenciones y realidades y tradiciones, protagonizada por un grupo reducido de personajes (humanos o no humanos), y con un argumento sencillo, o relativamente sencillo y simple. La brevedad y la sencillez en este tipo de escritos son conceptos relativos, y se orientan a despojar la historia de todo aquello que no contribuya con el fin buscado por el autor o creador.

La calidad de un cuento fundamentalmente depende de la intensidad que al lector u oyente se logre transmitir con la historia narrada. La calidad de un cuento sustantivamente depende del interés que se logre despertar con la historia en el oyente o lector. La calidad de un cuento principalmente depende de la habilidad con la que se haya redactado y presentado la historia, para con ello trasmitir al oyente o lector una idea o un mensaje de manera más clara y rotunda y constructiva (y si ello va acompañado de cierto esfuerzo por parte del lector o del oyente en cuanto a la reconstrucción de circunstancias y/o en cuanto a la propia formulación de la idea o del mensaje, pues tanto mejor, pues sin duda este esfuerzo contribuirá a que esa persona retenga mejor los conocimientos y las lecciones que haya logrado elaborar inducido por lo leído o lo escuchado).

Por su parte y en lo que concierne a la cuentística literaria, ésta reúne a los cuentos fundamentalmente concebidos y pulidos mientras se escribe, y que posteriormente son transmitidos en forma escrita. La cuentística literaria es por lo tanto de tradición escrita, y en estos casos los autores suelen ser conocidos. Además, por lo general existe una única versión original de un cuento literario.

En lo que concierne al propio proceso creativo de una obra literaria, corresponde decir algo respecto de las herramientas utilizadas por el escritor, y respecto de la posible influencia de las mismas sobre la propia producción literaria. Si se observan manuscritos de grandes novelas y de obras más cortas escritas en el siglo XVIII o en el siglo XIX, en muchos casos se podrá imaginar que probablemente esos escritores escribían con muchísima seguridad y realizando muy pocas enmiendas y agregados (al menos, las anotaciones realizadas en esos manuscritos eso parecen confirmar en buen número de casos). Y esto implica que esos escritores, que esos creadores, que esos pensadores, por cierto debieron de haber estado dotados de una habilidad y de una capacidad muy especial, pues claro, para proceder de otra forma, para hacer en esas épocas múltiples cambios y agregados durante el proceso creativo, hubieran tenido que hacer un borrador tras otro, con lo que el proceso creativo hubiera tenido que ser mucho más lento y pesado, reduciendo así en forma sustantiva la producción literaria de cada autor.

Hoy día, todos los escritores escriben apoyándose en un procesador de textos, y con certeza eso posibilita que el proceso creativo pueda ser mucho más interactivo y mucho más liviano, y que así el mismo se vea potenciado en una serie de aspectos. Por lo tanto y como conclusión, hacia el futuro la novelística y la cuentística sin duda tendrán posibilidades formidables, las que apenas si estamos entreviendo en el tiempo presente, pues muchos escritores aún están atados a sus antiguos esquemas de pensamiento y a sus antiguos hábitos de producción literaria.

Dentro de la categoría cuentos literarios, obviamente existen numerosos subgrupos: (b1) cuentos de aventuras, cuentos de piratas y corsarios, cuentos sobre tesoros escondidos o perdidos, cuentos de la selva, cuentos de vaqueros y del lejano oeste; (b2) cuentos de guerras y revoluciones; (b3) cuentos de policías, detectives, y ladrones, cuentos policíacos; (b4) cuentos de misterios e intrigas; (b5) cuentística de anticipación, cuentística de ciencia-ficción; (b6) cuentística fantástica rioplatense, cuentística moderna rioplatense, cuentos fantásticos; (b7) cuentística de realismo mágico; (b8) cuentos dramáticos; (b9) cuentos históricos, cuentos con barniz de época; (b10) cuentos de horror o terror; (b11) cuentos de espionajes e intrigas políticas, cuentos sobre servicios secretos; (b12) cuentos para gente menuda, cuentos infantiles; (b13) cuentos rosa, cuentos de pasiones y de amores, cuentos de enredos de familia; (b14) cuentística picaresca, cuentos picarescos; (b15) cuentos satíricos y/o mordaces; (b16) cuentística costumbrista y moralista, cuentos pedagógicos, cuentos gauchescos o cuentos de tradición, cuentos de ciudad o cuentos ciudadanos, cuentos de idiosincrasias; (b17) cuentos humorísticos, cuentos de humor, cuentos para hacer reír, cuentos de judíos, cuentos de gallegos, cuentos de andaluces, cuentos de polacos y de turcos; (b18) cuentos sobre asuntos legales y jurídicos, cuentos sobre juicios y sobre ajusticiamientos, cuentos carcelarios; (b19) anticuentos, cuentos de utopías y de antiutopías; (b20) cuentos sobre turismo contemporáneo y sobre viajes, cuentos de cruceros, historias de hoteles; (b21) micro-cuentos o micro-ficciones o mini-ficciones o micro-relatos o mini-cuentos o cuentos ultracortos; etcétera, etcétera.

En definitiva, los subgrupos discriminados o separados por la temática, sin duda son más o menos los mismos tanto en el caso de la cuentística como en el caso de la novelística, y sin perjuicio de reconocer que determinados temas se prestan mejor para ser tratados bien como novelas bien como cuentos. De todas formas, debe entenderse como un gran desafío escribir un cuento corto por ejemplo sobre piratas y corsarios, temática abundantemente tratada en muy interesantes novelas.

R4 – EL CUENTO MODERNO RIOPLATENSE (r4)

La narrativa fantástica rioplatense tiene como escritores más representativos a Jorge Luís Borges, Julio Cortázar, Filiberto Hernández, Luisa Valenzuela, Mario Lebrero, y algunos otros.

Esta cuentística, estas historias, traspasan los límites de lo real dentro de un aparente estilo realista, transmitiendo un sentido de descolocación, de estupor, de asombro, de extrañeza, frente a la sociedad contemporánea a la que no se logra comprender del todo. En este contexto, lo anormal, lo absurdo, lo negado, lo extraño, lo increíble, llega a ser lo cotidiano y corriente y frecuente, y las alucinaciones y las metas idílicas y los sueños parecen irreales y descolocados y descentrados, a pesar de algunos ellos tener una base racional y ética y hasta cierto posible grado de coherencia.

Estas formas narrativas amalgaman alegorías, simbologías, situaciones insólitas y paradójicas, pesadillas, alucinaciones, absurdos, supersticiones, sobreentendidos, actos rituales, hábitos que se transforman en obsesiones, monólogos a veces racionales y a veces insensatos y disparatados, verdades que parecen mentiras, irrealidades e imposibles que se desea y anhela parezcan verdades.

En estos escritos, la fantasía no debe tomarse como una forma de evasión o como una forma de diversión o como una forma de juego, sino que debe considerársela como una forma de expresión de una generación traumatizada y desorientada, que para sublimar sus problemáticas escribe para sus pares y para el mundo entero, en algunos casos con la tal vez secreta y remota esperanza de que alguna vez pueda llegar a construirse una sociedad más racional, más justa, más equilibrada, con menos disparidades y desequilibrios entre compatriotas, con menos disparidades y diferencias entre países, con menos execrables problemáticas tales como la guerra, el narcotráfico, la pornografía y particularmente la pornografía infantil, el abuso de menores y la violencia sexual, la especulación financiera, la inseguridad, la violencia y la prepotencia en todas sus variadas formas, el terrorismo sedicioso y el llamado terrorismo de Estado, la corrupción, el tráfico de influencias, etcétera.

De una u otra forma, directa o indirectamente, en el acierto o en el error, en la crítica o en la adhesión, en muchos relatos catalogables o clasificables dentro de este subgénero literario, se hace referencia al contexto ideológico-político que imperó en Latinoamérica (y especialmente en el cono sur latinoamericano) en la segunda mitad del siglo XX, así como a la imprescindible inserción de esa región en el mundo, dando especial importancia a las cuestiones relativas a los derechos humanos, y/o así como también al combate de la pobreza y de la indigencia y de la ignorancia, y/o así como también a la defensa de las libertades individuales y de la más preciada institucionalidad democrática.

De una forma o de otra, directa o indirectamente, en el acierto o en el error, en la crítica o en la adhesión, en algunos de estos escritos se alude a personalidades y a situaciones de la vida real, se transcriben titulares de periódicos, se hace referencia a entrevistas radiales, se da cuenta de resoluciones administrativas o de nombramientos o de adjudicaciones, se insertan experiencias propias y reales del escritor, y se mezcla todo esto con fantasías y con sueños y con absurdos. Y se miran las realidades con una lupa que amplifica los simbolismos y las intencionalidades, así componiendo una sinfonía que lejos de querer ser estridente y crítica, más bien pretende ser un canto de amor y de esperanza.

La influencia del realismo mágico en este tipo de escritos por cierto no se puede negar. Sin embargo, de la lectura de los textos más representativos de este grupo, emana una personalidad y un estilo tan propios, tan característicos, tan particulares, que justifican un nombre especial para este tipo de literatura.

¿Las denominaciones a veces aplicadas, narración fantástica, cuentística moderna rioplatense, modernismo literario rioplatense, literatura mágica-maravillosa, son ellas adecuadas?

Según Julio Cortázar, la cuentística fantástica no es fácil de definir y de caracterizar porque tiene algo de inefable y de borroso, y se suele admitir el uso de esta denominación de cuentística fantástica o literatura fantástica, pero a regañadientes y a falta de otra mejor.

Por cierto, con toda evidencia, en uno u otro sentido, muchos escritos de este subgénero literario se constituyen en una literatura políticamente comprometida, una literatura donde el mensaje apunta en el sentido de las propias opiniones y concepciones ideológico-sociales del escritor.

En algunos casos se encuentran escritos con los cánones aquí señalados, y que transmiten una atmósfera de rechazo a todas las principales líneas actuales del pensamiento político-social, y eso obviamente no significa que esas obras no irradien una especial posición comprometida, pues la no toma de posición, o la toma de posición contraria a todas las principales soluciones actuales de la organización político-social, es también una posición bien definida y bien comprometida.

Este tipo de literatura es casi imposible de concebir sin segundas lecturas, sin profundas y alternativas interpretaciones, a pesar de lo cual (y eso ciertamente dependerá de la habilidad del escritor), los escritos de este grupo en muchos casos también admiten una lectura ágil, despreocupada, superficial, a veces alivianada aún más con algunos toques de humor.

Por suerte las personas son sumamente diversas en sus distintos aspectos. Y en lo que concierne a la participación social, ellas también son muy dispares. Hay quienes tienen vocación de liderazgo, hay quienes tienen una actitud muy militante y hacen de ella algo central en sus vidas, y hay quienes carecen de iniciativas y prefieren transitar por caminos ya recorridos o permanecer al margen de todo. Hay quienes entienden que tienen cosas interesantes para señalar, aunque no siempre tienen los medios y las posibilidades y la garra como para hacerlo. Para quienes naturalmente son más tranquilos, para quienes naturalmente son más cerebrales, para quienes naturalmente se expresan con pensamiento profundo pleno de simbolismos y de sugestiones, la literatura y en particular la cuentística fantástica, les ofrece una vía muy cómoda de canalización de inquietudes.

La vida tiene de todo, y hay que dejar que la vida fluya, así como hay que dejar que el río fluya. Cada cual tiene derecho a tener sus propias opiniones y percepciones y evaluaciones, y tienen derecho a expresarlas. Lo importante, lo extremadamente importante, es que la diversidad de posiciones y de opiniones se divulgue y fluya en un marco generalizado de respeto y de tolerancia.

Porque si no hay respeto por el dicho ajeno, porque si se intentan ocultar los cuestionamientos de terceros, porque si se intentan acallar voces con el agravio o con el insulto o con la intimidación o con la descalificación maliciosa o con la violencia lisa y llana, porque si se intentan arrancar adhesiones sin importar los medios, porque si los más tímidos tienen miedo de expresarse (léase: o de no expresarse como el grupo más militante), entonces solamente podrán oírse los gritos de quienes insultan, de quienes son prepotentes, y de quienes son muy corajudos.

Porque si no hay respeto por el dicho ajeno, habrá quienes callarán y bajarán la cabeza, ya que sin duda hay quienes están dispuestos a defender sus ideas y sus ideales, oponiendo razones a las razones que se formulen, pero no practicando estrategias de otro tipo mucho más cuestionables y mucho más guerreras y mucho más militantes y mucho más arriesgadas en una serie de aspectos. Sin duda hay quienes opinan que el fin no siempre justifica los medios, y a ellos también se les debe respeto y consideración.

La música y los libros (tanto los libros tradicionales como los libros electrónicos y los libros hablados) ocupan sin duda un lugar destacado en el espacio vital de cada cual.

La música y la lectura en muchos casos sin duda cumplen una finalidad terapéutica, y permiten a las personas retomar los equilibrios y los estímulos necesarios para poder pensar, para poder soñar, para poder elevar las miras, para poder auto superarse, para poder razonar y evaluar, para poder hacer aportes significativos a su entorno. Es en este contexto, es en esta creencia, es en este supuesto paradigmático, que algunos autores latinoamericanos se han lanzado a escribir en el estilo tan especial que aquí fue sucintamente analizado.

R5 – EL TÍO LITERARIO (r5)

El prólogo de agosto 2006 titulado “El meticuloso partero de historias”, que Tomás de Mattos escribiera para la recopilación de 19 cuentos completos de Francisco Espínola, inicia el libro que se publicó en septiembre 2006 a través de la Editorial “Cal y Canto”. Ciertamente allí el recién mencionado escritor y crítico uruguayo hace un muy interesante comentario.

En efecto, Tomás de Mattos allí recuerda que José Saramago con mucha razón señaló que cada escritor tiene sus particulares “tíos literarios”.

Sin duda que en la mayoría de los casos un escritor no nace sino que se hace. Y los maestros literarios de una persona que se interesa en la literatura, ciertamente son los escritores que influyen en esa persona a través de sus obras, y también son los guías literarios que en algún taller de escritura hayan logrado transmitir y transferir ese discreto encanto por la literatura y por las formas de hacer literatura.

Con muchísima lucidez, Tomás de Mattos particularmente afirma que la metáfora utilizada por José de Sousa Saramago en relación a quienes guían en literatura, con certeza es particularmente adecuada al recurrir a una relación de parentesco como la del tío, y no a otra que eventualmente fuera más directa.

Esto es un muy feliz hallazgo, dice Tomás de Mattos (actual director de la Biblioteca Nacional de Uruguay, ubicada en Montevideo).

En las relaciones de familia, sin duda hay tíos que ejercen una influencia intensa y perdurable, tal vez más intensa, más perdurable, más liberadora, y más educativa, que la que pudieran ejercer los propios progenitores o los hermanos de sangre.

En muchos casos, los tíos son muy compañeros de sus sobrinos, pues adoptan cierto sesgo de complicidad y de tolerancia hacia las transgresiones y hacia la aventura, cierto sesgo que incita a ser respetuoso, pero también a animarse a incumplir injustificadas prohibiciones. Y precisamente con este sesgo hay que actuar en literatura.

Con razón Tomás de Mattos señala en el ya citado prólogo, que lo que aportan los buenos tíos casi nunca cargan las mochilas del súper-yo, pues suelen ser figuras liberadoras.

Por cierto, cada aprendiz de escritor, cada creador literario por más reconocido y original que sea, y también cada lector, gozan cada uno de ellos de su personal e intransferible constelación de “tíos literarios”.

Tomás de Mattos hace todos estos señalamientos que vienen de presentarse, precisamente para expresar que Francisco Paco Espínola es uno de sus más predilectos “tíos literarios”.

Hermosa introducción a un libro, que sin duda deja pensando. ¿No les parece?

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