sábado, 11 de abril de 2009

Las técnicas de escritura (g1)

Cuando alguien por alguna razón intenta perfeccionar su técnica de escritura, y cuando reconociendo sus falencias pide ayuda, pide consejo, verdaderamente pone en aprietos a su circunstancial referente.

Ciertamente un buen consejo inicial podría consistir en recomendar a este principiante que tome algunas obras de escritores exitosos, y que las lea varias veces. Así, con la primera lectura podría obtener una primera impresión general del contenido de la obra, y luego, en las sucesivas lecturas podría ir profundizando en los detalles de redacción, de presentación, de manejo del suspenso, de ubicación de los cortes humorísticos que cambian la atmósfera y que alivian las tensiones, etcétera.

Intentar apropiarse de una técnica de escritura de alguien famoso e imitarle indudablemente no es algo que pueda criticarse abiertamente, porque de una manera o de otra esta forma de proceder está validando el producto que de este modo pueda obtenerse.

Pero por otra parte, siempre constreñirse a imitaciones rebaja la autoestima del escritor, pues en lugar de hacerlo sentir creador, le da la impresión de ser un simple copista, un simple imitador. Tal vez mejor sería sentirse completamente libre para escribir, y desarrollar un estilo propio y personal. Y si lo que así pueda obtenerse le gusta a los circunstanciales lectores, pues tanto mejor‼

El quid de la cuestión, el intríngulis del asunto, la charada, la respuesta al acertijo, radica que en literatura y en creación todo es relativo.

Ciertamente un muy buen consejo a dar al principiante, es recomendarle que siempre tenga un buen diccionario a la mano, y que consulte el mismo toda vez que intente usar una palabra dudosa, de la que no se encuentre muy seguro de su significado, o de la que no se tenga certeza si está o no aprobada por la Real Academia de la Lengua Española.

Pero por otro lado, no podemos negar la realidad. Un idioma es algo que está vivo, es algo que se transforma con el tiempo, es una entidad en la que constantemente se están incorporando neologismos, y en la que aún están variando las propias estructuras gramaticales.

Aún cuando pensemos en que trabajamos con un idioma detenido en el tiempo, el uso de los neologismos es algo que no puede desecharse completamente.

Pongamos como ejemplo a la obra titulada “La tía Julia y el escribidor”, novela editada por primera vez en 1977 y que fuera escrita por el pensador y ensayista peruano Mario Vargas Llosa.

Piénsese que si el uso de un neologismo o cualquier otra novedad es utilizado/a por alguien famoso, por alguien conocido, por alguien que ya tiene prestigio y reconocimiento, la gente dice: «¡Qué estupendo! ¡Qué acertado! ¡Qué innovador! ¡Qué genial! ¡Qué inteligente recurso! ¡Qué hábil planteamiento!»

Sin embargo, si esta clase de cosas las hace un escritor que recién se inicia, o alguien que no es muy conocido porque sus pocas publicaciones no han tenido mucha aceptación, la gente dice: «¡Qué torpe! ¡Qué ignorante! ¡Qué ingenuo y desubicado! ¡Qué burriquiño! ¡Qué inculto! ¡Parecería que se expresa como un hurgador que no fue a la escuela!»

El “gran consejo” a dar a los creadores principiantes, por tanto podría ser recomendarles que siempre tengan presente la relatividad de los recursos utilizados por los escritores, y que sepan orientar sus escritos de forma de allí obtener un sano equilibrio entre las estrategias expresivas y los recursos formales más tradicionales y establecidos, y las innovaciones y novedades que marquen la impronta del autor o de las obras producidas.

La práctica que desde esta sección se recomienda realizar, consiste en tomar los cuatro o cinco primeros párrafos de un cuento o de un capítulo de un libro, y analizar en detalle la técnica expresiva y de planteo que allí es utilizada. Por cierto conviene tomar una obra de un autor conocido, de un escritor que ya haya tenido éxito editorial, pues ello da cierta garantía de la calidad del escrito seleccionado.

Concretamente lo que se pide es analizar en las oraciones retenidas si se utilizan o no las figuras retóricas, poniendo atención a los contextos y a los momentos en que las mismas son empleadas, y tratando de sacar una conclusión o una regla que ayude a saber introducir las mismas de manera oportuna. Lo que se pide es analizar las formas usadas por el escritor para decir o sugerir las cosas, para describir los entornos, para fijar fecha y hora, para referirse a los estados de ánimo de los personajes, para plantear los conflictos y las situaciones delicadas, etcétera, etcétera. Lo que se pide es analizar el uso de los signos de puntuación, viendo cómo se plantean los diálogos, observando si el punto contiguo a una comilla se pone antes o después de ella, examinando la opción de presentación retenida cuando un juego de comillas debe insertarse dentro de otro juego de comillas, investigando el uso que se hace de siglas y de abreviaturas, anotando en qué casos las oraciones subordinadas se ubican al principio y en qué casos al final de la frase, y registrando si dichas oraciones se incluyen entre paréntesis o entre guiones, o si simplemente ellas se separan con una coma de la correspondiente oración principal.

Concretamente lo que se pide es analizar si las cosas se dicen en forma más o menos directa, o si solamente se dan indicios al lector para que éste pueda ir construyendo su propia composición de lugar. Lo que se pide es investigar la técnica empleada para introducir suspenso y tensión en la obra, para aprender así a aplicarla, y para tal vez así poder desarrollar nuestra propia estrategia de planteo de la acción, del suspenso, de la aventura, del misterio, del humor, de la incitación a la reflexión.

Y si también se lee crítica y analíticamente la obra retenida en forma completa, por cierto también podría ser muy interesante investigar la forma de plantear o de sugerir los mensajes y las conclusiones, o indagar si el desenlace se expresa explícitamente o por el contrario si la obra tiene un final abierto, etcétera, etcétera. Y también podría ser muy interesante observar si a raíz de información tardía se obliga al lector a reelaborar varias veces sus suposiciones sobre tales o cuales personajes, sobre tales o cuales situaciones, sobre tales o cuales entornos.

En resumen, lo que aquí se solicita es seleccionar unas pocas frases de una obra exitosa, y desarrollar un ensayo de crítica expresiva relativa a las mismas.

Como sugerencia concreta, se plantea el análisis crítico de los primeros párrafos de la obra “Nineteen Eighty Four”, y que fuera difundida en 1949 bajo el seudónimo de George Orwell.

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