domingo, 12 de abril de 2009

Comentarios sobre el escrito “El aspirante a cura” (c4)

En este conjunto de seis cartas cuyas respectivas fechas son enero 29, febrero 24, marzo 5, marzo 21, abril 5, y mayo 28, se intenta desarrollar una temática de tipo religioso, concerniente a las dudas y frustraciones que con alguna frecuencia aquejan a los sacerdotes en relación a su fe o a su vocación, y también concerniente a las contradicciones y al conservadurismo que en algunos casos se observan en las jerarquías eclesiásticas. Sin duda las fechas de estas cartas ayudan a fijar una cronología, ayudan a establecer una idea de tiempo.

Los personajes que son sacerdotes y que son quienes escriben las cartas, son ellos los siguientes: (A) el Padre Mateo, (B) el Padre Aguerrondo, (C) un jerarca de ambos en la congregación local (y de quien no se indica nombre), y (D) un jerarca religioso que está lejos, que es de mayor jerarquía religiosa que los otros tres citados, y a quien simplemente se identifica como Monseñor. Las seis cartas están dirigidas a Monseñor, y este último responde esas cartas con esquelas escritas y con llamados telefónicos, de lo que se tiene certeza a través de referencias hechas por los otros actores en las seis cartas citadas. Las cuatro primeras cartas fueron escritas por el Padre Mateo, la penúltima por el citado jerarca religioso en la localidad, y la de fecha mayo 28 por el Padre Aguerrondo.

Al transcribir las cartas se ha omitido el destinatario de las mismas y también se han omitido los nombres de los firmantes. No obstante esta situación, perfectamente pueden identificarse a estas personas por los contenidos de las propias cartas. Para el escritor hubiera sido muy sencillo aclarar desde el inicio estos detalles. Le pareció sin embargo más conveniente obrar como se ha indicado, pues así se puede introducir cierta tensión y cierto suspenso en el relato, pues así se obliga al lector a poner atención en los detalles, y a construir sus propias suposiciones y sus propias conclusiones.

La quinta carta tiene un claro cambio de estilo respecto de las precedentes, lo que hace suponer un cambio de remitente desde la lectura de las primeras frases. Además, quien escribe en esta carta de fecha abril 5, en ningún momento en ella señala, ni directa ni indirectamente, que el firmante hubiera tenido un contacto muy directo y frecuente con Adrián y con los otros diez novicios, pero sí se refiere a que el Padre Mateo es el profesor de primer año en la escuela sacerdotal. Esta circunstancia, este indicio, junto al contexto general de esa carta y de las cuatro primeras, debería permitir a cualquier lector atento deducir sin dificultades que el Padre Mateo es precisamente quien escribió las cuatro primeras cartas. Nuevos indicios en la sexta carta de fecha mayo 28, sin duda permiten descartar cualquier posible duda sobre este punto, pues allí se confirma que el Padre Mateo escribía con regularidad a Monseñor, aunque admite que esto no ocurrió en las últimas semanas (la última carta del Padre Mateo a Monseñor data precisamente de marzo 21).

Se reitera que el objetivo del autor de este cuento al así proceder, no es el de arbitraria y artificialmente dificultar la comprensión del mismo por parte de los lectores, demostrando así una intensión mezquina o perversa.

Todo lo contrario, el autor pretendió así agregar interés y suspenso a la obra, obligando al lector a hacer sus propias deducciones y elaboraciones, cosa que por otro lado es lo habitual en nuestra experiencia cotidiana de la vida real.

Los otros personajes referidos en esta obra son los siguientes: (a) la hermana de Monseñor que trabaja en el INAME, (b) Adrián, alrededor de quien gira la mayoría de los acontecimientos, (c) los otros diez novicios, (d) el padre de Adrián, (e) la madre de Adrián, (f) la hermanita de Adrián, (g) los compañeros de estudios de Adrián de escuela y liceo, (h) el amigo de Adrián, (i) un limpiador que trabaja en el monasterio y a quien no se identifica por su nombre, (j) otros personajes visitantes frecuentes o residentes en el monasterio, a quienes ni siquiera se identifica bien en estas seis cartas.

Quienes pudieran hacer una lectura atenta de estas seis cartas, tal vez puedan quedar con cierta insatisfacción, con cierta frustración o cierto desengaño, pues si bien se indica con claridad que Adrián tiene algún tipo de problema, no se indica muy bien si este problema es la homosexualidad, o la transexualidad, o la timidez exacerbada, o tal vez la simple falta de simpatía y de carisma. Adrián tal vez podría sufrir de pánico social o de alguna otra cosa. La verdad es que no se sabe con certeza, pues con la lectura de las seis cartas no es posible arribar a una conclusión definitiva.

La relación de Adrián con su progenitor, con su amigo, con el Padre Mateo, no es muy bien aclarada en ninguno de estos tres casos, aunque se establecen rastros y sospechas que en los tres casos estos lazos pudieran ser conflictivos. Sin duda podría ser sumamente interesante profundizar más en la relación de estos tres personajes con Adrián, y/o en dar mayores detalles sobre la personalidad, los sentimientos, los hábitos, de ellos tres e incluso del propio Adrián.

Evidentemente la obra ampliada de esta forma podría llegar a ser sumamente interesante y atrayente, pero ella sería una obra diferente, que pondría sobre el tapete otras temáticas no especialmente profundizadas en la obra original. Así se estaría cambiando la intencionalidad retenida por el escritor al concebir la obra.

Las seis cartas reunidas bajo el título “El aspirante a cura”, básicamente tienen por objetivo plantear dos temáticas principales: (1) una doble moral de hecho defendida a veces por algunas jerarquías eclesiásticas (no por todos sino sólo por algunos religiosos, no siempre sino sólo a veces), (2) ciertos problemas de fe o de vocación o de circunstancias, que a veces afectan a quienes se integran a una colectividad religiosa, como por ejemplo ciertos aspectos referidos al celibato sacerdotal.

“El aspirante a cura” pretende ser un cuento en donde el conflicto y el mensaje se centran precisamente en estos dos asuntos (1) y (2), y para que este escrito realmente sea un cuento, y para que esta obra realmente pueda ser considerada cuento, sin duda se debe cuidar la economía de medios, vale decir, se debe tratar de no profundizar demasiado en temáticas accesorias o en detalles intrascendentes, que excedan estos dos asuntos sobre los que principalmente se desea llamar la atención.

Si no se procediera de esta forma, o sea si el relato se enriqueciera con otras vertientes, ampliando la relación entre Adrián y el Padre Mateo, y/o profundizando en los conflictos y en las diferencias que pudieran existir entre Adrián y su progenitor, o entre este muchacho y el amigo que con alguna frecuencia le visita en el convento, tal vez se podría obtener una obra muy interesante, muy motivadora, muy impactante y removedora, aunque sin duda ella sería más extensa que el primitivo relato, y también la estructura de la nueva obra sin duda sería más compleja, todo lo cual posiblemente habilitaría a afirmar que el nuevo producto obtenido sería más bien una novela corta y no un cuento largo.

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