sábado, 11 de abril de 2009

Escritos sobre acciones ilegales o delictivas (m1)

En mayor o menor grado, el estilo policial o de misterio o de suspenso es conocido por todos, y ciertamente en este tipo de escritos, de una manera o de otra, siempre se plantean acciones ilegales o delictivas. Este enfoque es pues uno de los que el lector podría retener para llevar a buen puerto el ejercicio aquí planteado.

En esta sección, concretamente el escrito que se solicita concebir y generar, consiste en orientarse a narrar los pensamientos y los preparativos de alguien que quiere o que piensa cometer una acción ilegal o delictiva. Y el estilo literario que de preferencia se solicita aplicar, es el de monólogo interior.

Quien realice este experimento tendrá libertad para enfocar el trabajo solicitado de la forma que entienda más conveniente, en lo que se refiere y respecta a otros detalles aquí no explicitados.

Por ejemplo, el personaje que se seleccione concretamente puede ser una persona que recién salió de la cárcel después de cumplir su condena, y que planea un nuevo delito porque no consigue un empleo, porque no consigue ganarse la vida en forma honrada, y porque además necesita dinero en forma muy urgente.

También podría seleccionarse un personaje que por alguna razón concibe la idea de cometer su primer acto delictivo o ilegal, y en este caso una orientación posible podría ser la de centrar la atención sobre los cuestionamientos morales que se le plantean por pensar en llevar adelante este proyecto.

Claro, en caso de seleccionar esta particular orientación, la parte estrictamente policial o de suspenso tal vez se minimizaría o incluso desaparecería, a favor de un planteamiento de corte más bien ético, moral, espiritual, mucho más dirigido hacia las relaciones humanas, hacia los sentimientos humanos, hacia los valores humanos.

También corresponde hacer notar que al encararse este escrito como un monólogo interior, lo más probable es que al menos en el momento que se desarrolla la reflexión, el sujeto se encuentre tranquilamente en algún lado y sin especiales apremios, por lo que la parte estrictamente policial o de misterio probablemente sólo podría plantearse a través de los recuerdos del protagonista o de la protagonista.

Y antes de dejar tranquilo al lector para que desarrolle este ejercicio, una última observación referida a la selección del personaje o de los personajes. Según sea el giro que se quiera dar a la historia, serán los personajes que deban incluirse en la misma.

Por cierto, suele ser más sencillo vestir a un personaje con las características de alguien conocido, aunque debamos cambiarle algunas cosas, por ejemplo la edad, por ejemplo la nacionalidad, por ejemplo la profesión. ¿Y por qué decimos esto?

Un personaje creíble, un personaje que no sea acartonado o forzado, se distingue en los detalles, se distingue en las pequeñeces, en sus gustos, en la forma de expresarse, en sus objetivos de vida, en la forma de razonar. Y claro, si conocemos a alguien que se aproxime a lo que necesitamos pues mucho mejor, pues podemos tomarlo como modelo y reproducir los pequeños detalles que rodean la vida de esa persona.

Por cierto, nuestras experiencias de vida son limitadas, y no siempre conocemos a alguien que se nos acomode a las circunstancias de una historia. Por ejemplo, si estamos muy lejos del mundo carcelario, y si ni siquiera conocemos a por lo menos un excarcelado, tal vez al escribir una historia de hampones y de ladrones no podamos impedir que estos reprochables personajes se expresen como universitarios y tengan modales demasiado formales y gentiles.

Una cosa que puede recomendarse a los escritores, es que vayan puliendo poco a poco a sus personajes de ficción, pensando en ellos, jugando con ellos, escribiendo diferentes narrativas que los incluyan, para así enfrentar a los mismos personajes a diferentes situaciones, y para así en la ficción convivir con ellos en diversas y variadas maneras. Incluso hasta podríamos escribir la biografía de los personajes que pensemos utilizar en nuestras novelas y en nuestros cuentos, como un acto preparatorio o un acto paralelo a la propia concreción de nuestros escritos literarios.

En resumen, lo que recomendamos a los escritores es que no se olviden de los personajes de una obra cuando la damos por concluida. En el futuro siempre podremos incluir algunos de estos personajes en otra obra, aunque sea en un rol de menor importancia, aunque sea en un rol secundario.

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